"Guatemala tiene la suerte de contar entre sus símbolos patrios, con uno de los himnos más hermosos del mundo, considerado, así por el Conservatorio de Milán, "Clásica tierra de la música". Montserrat, afirma que "es de lo mejor que se ha escrito" y Carlos Labin de la Sociedad Americanista de París y de la Musicología de Francia, lo ha calificado también como "el más original" de todos los que representan en el Continente Americano, el patriotismo de cada nación soberana. Como todos los cantos patrios del Continente, nuestro Himno Nacional, ha tenido que pasar, por algunas vicisitudes; después de los vanos intentos de la Sociedad Literaria El Porvenir, en 1879, la jefatura del departamento de Guatemala promovió un concurso en 1887, para elegir la música de la letra del Himno Popular del poeta Ramón P. Molina, en el que tomaron parte distinguidos maestros de este bello arte y del cual salió triunfante por la primera vez la del compositor Rafael Alvarez Ovalle, cuya música acompañó por un largo tiempo la letra del poeta Molina, compuesta a instancias de la gobernación departamental. No fue sino hasta el año de 1896 en que el gobierno del general Reina Barrios, "Considerando que se carece en Guatemala de un Himno Nacional, pues el que hasta hoy se conoce con ese nombre, no sólo adolece de notables defectos, sino que no ha sido declarado oficialmente como tal; y que es conveniente dotar al país de un himno que por su letra y música responda a los elevados fines en que todo pueblo culto presta esta clase de composiciones", acordó la convocatoria de un certamen para premiar la mejor letra y música que se presentara en ese concurso, logrando así encarnar la suprema aspiración de nuestro pueblo de contar con un Himno Nacional, habiendo sido premiados la música del compositor Rafael Alvarez Ovalle y la letra amparada con el seudónimo de "Anónimo".
El triunfo concedido nuevamente al maestro Rafael Alvarez Ovalle, le costó los momentos más amargos de su existencia, hubo descontento entre los que no ganaron, haciendo llegar su queja hasta el primer mandatario, quien en presencia de los miembros de su gabinete y otras personalidades y maestros de arte musical, volvieron a escuchar todas las composiciones que compitieron en el concurso, habiendo salido electa nuevamente por unanimidad, la del maestro Rafael Alvarez.
El autor de la letra del Himno Nacional, permaneció en el más profundo misterio hasta 1911, en que se descubrió que su autor era el poeta cubano J. Joaquín Palma.
El estreno del Himno Nacional, tuvo lugar en el acto lírico literario, celebrado en el teatro Colón, la noche del domingo 14 de marzo de 1897, como uno de los principales puntos del programa de festejos de la Exposición centroamericana, habiendo sido condecorado con medalla de oro y diploma de honor, su autor, el maestro Rafael Alvarez.
El compositor Rafael Alvarez Ovalle nació en San Juan Comalapa, pueblo de estirpe cakchiquel, el 24 de octubre de 1858; siendo sus padres el maestro de capilla de la población, don Rosendo Alvarez, quien le enseño las primeras lecciones de música, y doña Ildefonsa Ovalle, que soñaba con que su hijo fuera "un gran hombre"; perfeccionó sus conocimientos en la ciudad capital, gozando de una beca que le había concedido el presidente Justo Rufino Barrios, durante una visita que hizo a Santa Lucía Cotzumalguapa donde don Rafael Alvarez desempeñaba el cargo de director de la banda de música de aquel lugar, en vez de su padre que había fallecido. A los 29 años de edad, compuso su obra maestra, el Himno Nacional de Guatemala con la que entró a formar conciencia en la nacionalidad guatemalteca. En el año de 1911, el gobierno y pueblo de Guatemala, le rindió público y apotéosico homenaje, colocando en sus sienes la corona de oro y plata que luce La Urna del Himno Nacional en el salón principal de la Biblioteca Nacional de Guatemala, junto a la del poeta J. Joaquín Palma. La vida de don Rafael Alvarez Ovalle, fue pura y ejemplar; murió a los 88 años de edad, el 26 de diciembre de 1946.
El autor de la letra de nuestro canto sagrado es el poeta cubano J. Joaquín Palma, originario de San Salvador de Bayamo, provincia de oriente de Cuba, donde nació el 11 de septiembre de 1844, y quien había buscado refugio en nuestro país luchando por la independencia de su patria. Su amor por Guatemala lo dejó también plasmado en cien composiciones poéticas de altura. "Tierra de su adopción y de sus afectos", llamaba a nuestra patria. Palma guardó en secreto, por más de tres lustros, ser el autor de la letra del Himno Nacional de Guatemala, hasta ya en vísperas de su muerte en que lo dió a conocer. Al saber el pueblo guatemalteco, que él era el autor de la letra de nuestro canto sagrado dispuso rendirle un apoteósico homenaje el que fue recibido por el poeta en vísperas de su muerte. Una hermosa corona de laurel de plata fue ceñida sobre su cabeza moribunda, acto que el poeta agradeció con lágrimas en los ojos en los momentos en que las bandas marciales entonaban el Himno Nacional y el pueblo amotinado trataba de entrar a su lecho, donde sólo se había permitido a los poetas Manuel Valle, escritor Virgilio Rodríguez Beteta y miembros del comité organizador, quienes profundamente emocionados recibieron el expresivo agradecimiento del poeta moribundo que ya no podía hablar, vertido en lágrimas. El miércoles 2 de agosto de 1911, pocos días después de recibir el justo homenaje del pueblo guatemalteco, exhalaba su último suspiro. Sus restos mortales, envueltos en la bandera de su patria natal, recibieron cristiana sepultura en el cementerio de la ciudad capital de Guatemala, donde reposaron hasta el 17 de abril de 1951, en que a insistencias del gobierno de Cuba, fueron repatriados. Yacen en su amada tierra de Bayamo, aquellas amadas reliquias, resguardadas por un monumento erigido a su memoria de destacado patriota y prócer de la independencia cubana. Un simbólico sauce, traído de la isla de Cuba por la delegación que vino por sus despojos, cubre el sitio en donde por 40 años reposaron tranquilamente sus restos mortales. La letra del Himno Nacional de Guatemala fue modificada por acuerdo del ejecutivo del 26 de julio de 1934 y con las anotaciones crítico-didácticas del gramático José María Bonilla-Ruano.
Guatemala feliz!..... ya tus aras
No ensangrienta feroz el verdugo;
Ni hay cobardes que laman el yugo;
Ni tiranos que escupan tu faz.
Si mañana tu suelo sagrado
Lo profana invasión extranjera,
Tinta en sangre tu hermosa bandera
De mortaja al audaz servirá.
CORO:
Tinta en sangre su hermosa bandera
De mortaja el audaz servirá;
Que tu pueblo con ánima fiera
Antes muerto que esclavo será.
De tus viejas y duras cadenas
Tú fundiste con mano iracunda,
El arado que el suelo fecunda,
Y la espada que salva el honor.
Nuestros padres lucharon un día
Encendidos en patrio ardimiento,
Te arrancaron del potro sangriento
Y te alzaron un trono de amor.
CORO:
Te arrancaron del potro sangriento
Y te alzaron un trono de amor,
que de patria al enérgico acento
Muere el crimen y se hunda el error.
Es tu enseña pedazo de cielo
Entre nubes de nítida albura,
Y ay de aquél que con mano perjura
Sus colores se atreva á manchar!
Que tus hijos valientes y altivos
Ven con gozo en la ruda pelea,
El torrente de sangre que humea
Del acero al vibrante chocar.
CORO:
El torrente de sangre que humea
Del acero al vibrante chocar,
Que es tan solo el honor su presea
Y el altar de la patria, su altar.
Recostada en el Ande soberbio,
De dos mares al ruido sonoro,
Bajo el ala de grana y de oro
Te adormeces del bello quetzal;
Ave indiana que vive en tu escudo,
Paladión que protege tu suelo,
Ojalá que remonte su vuelo
Más que el cóndor y el águila real!
CORO:
Ojalá que remonte su vuelo
Más que el cóndor y el águila real,
Y en sus alas levante hasta el cielo,
Guatemala, tu nombre inmortal!
Anónimo.
La letra original del Himno Nacional fue cambiada durante el gobierno dictatorial de Jorge Ubico, dicha tarea le fue asignada a José María Bonilla Ruano. Algunos versos fueron embellecidos en gran manera y otros fueron suavizados... desde 1934 cantamos:
!Guatemala feliz...! que tus aras no profane jamás el verdugo;
ni haya esclavos que laman el yugo
ni tiranos que escupan tu faz.
Si mañana tu suelo sagrado
lo amenaza invasión extranjera,
libre al viento tu hermosa bandera
a vencer o a morir llamará.
Coro:
Libre al viento tu hermosa bandera
a vencer o a morir llamará;
que tu pueblo con ánima fiera
antes muerto que esclavo será.
De tus viejas y duras cadenas
tú forjaste con mano iracunda,
el arado que el suelo fecunda
y la espada que salva el honor.
Nuestros padres lucharon un día
encendidos en patrio ardimiento,
y lograron sin choque sangriento
colocarte en un trono de amor.
Coro:
Y lograron sin choque sangriento
colocarte en un trono de amor,
que de patria en enérgico acento
dieron vida al ideal redentor.
Es tu enseña pedazo de cielo
en que prende una nube su albura,
y !ay! de aquel que con ciega locura
sus colores pretenda manchar.
Pues tus hijos valientes y altivos,
que veneran la paz cual presea,
nunca esquivan la ruda pelea
si defienden su tierra y su hogar.
Coro:
Nunca esquivan la ruda pelea
si defienden su tierra y su hogar,
que es tan sólo el honor su alma idea
y el altar de la patria su altar.
Recostada en el ande soberbio,
de dos mares al ruido sonoro,
bajo el ala de grana y de oro
te adormeces del bello Quetzal.
Ave indiana que vive en tu escudo,
paladión que proteje tu suelo;
!ojalá que remonte su vuelo,
más que el condor y el aguila real!
Coro:
!Ojalá que remonte su vuelo,
más que el condor y el aguila real!
y en sus alas levante hasta el cielo,
GUATEMALA, tu nombre inmortal!
José Joaquín Palma: Letra original.
Rafael Alvarez Ovalle: Música.
Embellecimiento de la letra:
Prof. José María Bonilla Ruano.